Un año y medio atrás a inicios
del 2013, vecinos de Sogamoso, Boyacá dimos los primeros pasos para la
conformación de una huerta comunitaria, así al inicio, fuéramos sólo 3 personas
que esporádicamente teníamos apoyo de vecinos y amigos, no partíamos de cero,
ya que había experiencia en el siembro y también en la organización campesina,
entre las 3 personas todos estábamos comprometidos con la organización popular
y aunque no todos sabíamos sembrar, el aprendizaje fue mutuo y enriquecedor.
Esta huerta fue nuestro
lugar de encuentro, allí compartíamos espacios de trabajo y de socialización,
al inicio los vecinos nos miraban con algo de curiosidad, si bien es cierto el
sitio no queda ubicado en el centro del municipio y existen zonas de
pastizales, en esta parte de la zona suburbana, poco se cultivaba más allá de –esporádicamente-
maíz y de la tenencia de vacas y ovejas y aún menos para el autoconsumo.
En ese primer intento,
descapotamos el terreno y arrancamos el pasto de un área pequeña, que sin
embargo necesitó bastante tiempo, sembramos papas, alverjas, cilantro y
ahuyama, alimentos que para el momento de la cosecha sirvieron para nosotros
mismos y de la misma manera para compartir con los vecinos y eso que es un
pedacito de tierra pequeño, como de 7 por 20.
Luego hubo una mudanza,
quien se fue, no pasaba el mismo tiempo que los demás en el lote, entonces
además de colaborar cuando podía empezó a sembrar en un antejardín, unas
espinacas, lechugas, quinuas, pimentones y tomates, en el lote, se sembraron
algunas hortalizas y plantas medicinales, pero además del trabajo del lote,
vecinas de enfrente empezaron con su pedacito, a picarlo y a sembrar.
Empezamos a reunirnos, a
charlar sobre las plantas que sembrábamos, también sobre las que conocíamos,
sus usos medicinales, sobre recetas, lo que podríamos sembrar, fuimos
desenvolviendo la pita y charlábamos más de los problemas del barrio, de los
pelados de los niños de las enfermedades y de la minería, ya para este tiempo
empezaron a llegar más conocidos e incluso personas que no tenían más tierra
que un par de platonadas que se sacaban de
los lotes.
Empezamos a implementar en
las casa de quienes charlábamos las huertas, al mismo tiempo que compartíamos
semillas y las señoras del barrio nos contaban sus anécdotas, hablábamos de la
situación del campo, de los paros y las movilizaciones; quienes hacían parte de
la asociación campesina (Asonalca, CNA) nos hablaban de soberanía alimentaria,
de las luchas por las semillas y de las peleas por el territorio; en agosto de
2013, salimos a los cacerolazos y apoyamos al campesinado sabiéndonos parte de
él aunque no tengamos tierra, estuvimos en y marchas, ya para el 2014 decidimos entre
nosotros hacer una olla comunitaria en la entrada a Sogamoso con aportes de
nuestros productos y otros donados, estuvimos en los puntos de bloqueo y en las
calles.
De esta manera el proceso
suena muy bonito y casi perfecto, pero lo cierto es que hemos tenido bajonazos
y estancamientos, algunas veces nos pegaron las plagas, caracoles, hongos y
hasta pájaros se nos comían los productos, otras ha habido pereza o
desencuentros, muchas veces no nos reunimos o no estudiamos o pasa el tiempo
sin que nos veamos, la época de sequía también nos golpeó, pero sirvió para
hablar del fenómenos del niño y de la contaminación, sin embargo las plantas
siguen creciendo, hemos podido hacer experimentos de siembra en botellas, que
para nosotros fue un descubrimiento, producción de compost, así como
lombricultivo y de cuando en vez compartimos semillas, tratamos al máximo de
trabajar con semillas propias, auto-recolectadas y donadas o traídas de otros
lugares, es de resaltar, que la comida de nuestras casas ha mejorado, tenemos
más variedad y mejor nutrición al igual que la relaciones entre nosotros los
que hacemos parte, quienes viven en el centro o alejados, siembran donde
pueden, en canecas, tarros o lo que sea, pero ahí tienen su hojita de lechuga
para la ensalada, cilantro para el caldo
o su pimentón para el guiso, incluso sirve para desestrezarse, en palabras de
una compañera, “cojo la pica y le doy a la tierra en lugar de cascarle al chino”
algunos niños del barrio también tienen plantas que cuidan, hemos compartido la
experiencia con muchachos de la universidad, con otros compañeros de la
asociación y con madres de Sogamoso, cosa curiosa que ha pasado es que ahora se
ven más cultivos en el barrio y en la cuadra.
Esta es nuestra pequeña
historia, queremos continuar con las huertas, con la agricultura urbana o sub-urbana,
pero también debemos volver a las huertas caseras en el campo, ya casi no se
ven, sólo se produce para vender y el resto, compre, estamos pensando en un
lotecito de la asociación, para hacer una huerta comunitaria de todos, para
producir mejor y trabajar en convites.
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