miércoles, 17 de julio de 2019

[Entrevista] Julián Andrés Gil un líder libre entre las rejas del Estado



Yo creo que mi sensibilidad y participación social inicia desde muy niño con las enseñanzas en mi familia; cuando mi mamá y mi papá solidariamente apoyaban a todos los que podían. Siempre había un plato de comida para brindar a todos los que llegaban y se buscaba hacer buenas obras por las familias y amigos sin esperar nada a cambio





Trochando Sin Fronteras,  edición 37  Octubre – Diciembre de 2018
Las luchas, los sueños y el compromiso del líder social Julián Andrés Gil el Estado colombiano no lo lograra acallar con la represión y manteniéndolo privado de la libertad, es así como no lo dio a conocer en entrevista a nuestro medio de comunicación popular Trochando Sin Fronteras.
Trochando Sin Fronteras:  ¿Cuéntenos, Como ha sido su recorrido en el movimiento social, ¿Cuándo inicio y que lo motivo a trabajar con las comunidades?
Julián Gil: Yo creo que mi sensibilidad y participación social inicia desde muy niño con las enseñanzas en mi familia; cuando mi mamá y mi papá solidariamente apoyaban a todos los que podían. Siempre había un plato de comida para brindar a todos los que llegaban y se buscaba hacer buenas obras por las familias y amigos sin esperar nada a cambio; mi mamá con su amor maternal y cariño y, mi papá con su disponibilidad de trabaja y solidaridad.
Estando en el colegio, conocí profesores brillantes de sociales, filosofía y calculo, quienes, con visión crítica del mundo, compartían sus saberes y promovían el aprendizaje consiente y coherente. Desde allí desperté inquietud por leer la teoría del conocimiento de Johanes Hessen y misteriosa de la filosofía de Marx, el deseo de hacer algo útil, cuando salí del colegio, me acerco a un grupo de gente joven que hacia trabajo comunitario en el barrio La María de Techo Tiba, y a los misioneros Claretianos, con su trabajo misionero e historia comprometida con la gente más empobrecida.
Durante un tiempo pude aportar en un espacio comunitario de La Biblioteca, La María y participar en espacios llenos de vida y la Esperanza que habría surgido por el trabajo de organizadores barriales como forma de protesta en contra de la imposición del basurero Gibraltar.
En este tiempo gracias a la invitación de un sacerdote, claretiano participe de una experiencia misionera en la Vereda San Roque del municipio de Palomas en Gachala- Cundinamarca, donde me conmovió la situación de precariedad que vivian los campesinos, y comprendí allí en espacio posible donde posea aportar desde el compromiso de la Fe y la acción transformadora que los misioneros Claretianos reflejaban en su trabajo misionero.
Ingrese al Seminario Claretiano, donde pude ver un universo posible de acción; participe desde allí en regiones donde el conflicto social y armado se había ensañado en contra de los más humildes, lugares como Medellín del Ariaria en el Meta y Mariote en Casanare.
En el trabajo de defensa de los derechos humanos y protección del territorio y la dignidad campesina, me uní a la corporación Claretiana Norman Pérez Bello, para trabajar como laico comprometido en el acompañamiento a víctimas de conflicto y continuar en el trabajo misionero en Morcote Casanare, donde gracias a muchas y muchos, se conformó una Asociación Campesina, opuesta a la petrolera y enfocada a la defensa del campo.
En la región conocí el trabajo comprometido de Cospacc y de muchas y muchos campesinos, jóvenes, indígenas y trabajadores, que organizados configuraron las organizaciones sociales del Centro Oriente, a ellos empecé a sumar mis pasos desde el apoyo en espacios de formación social y comunitaria, en la configuración del proceso de jóvenes y estudiantes ANJECO, y finalmente en la participación de la comisión internacional del Congreso de los Pueblos.

TSF: Mientras adelantaba su trabajo social en las comunidades, regiones en la parte internacional, ¿En algún momento pensó en que podía ser estigmatizado y perseguido por el Estado por la labor que realizaba?

JG: En el trabajo de la defensa de los derechos humanos y el territorio, comprendí que las Fuerzas Militares y policiales llevaban a cabo campañas de estigmatización, persecución y asesinato contra quienes defenderán sus territorios o sus ideas. Así el caso del Norman Pérez Bello, quien fue asesinado por su liderazgo comunitario en las comunidades eclesiales de base, los cientos de casos de falsos positivos en Boyacá y Casanare, el asesinato del hermano y amigo Carlos Pedraza quien era líder comunitario, el asesinato de Daniel Abril en Trinidad Casanare, defensor de la naturaleza y los derechos humanos. Y algo que ha marcado mi comprensión de lo represivo del Estado Colombiano ha sido el asedio permanente, que viven las madres de los falsos positivos de Soacha, como Carmenza, María, Idali, Luz marina, entre muchas otras. También en las amenazas contra los líderes comunitarios, en el sur de Bolívar, en el Catatumbo y más recientemente en contra de Marylen Serna, Edgar Mojica y Sebastián Quiroga.

Estos hechos solo confirman que defender los derechos humanos y defender las ideas en Colombia, tienen un costo alto de persecución, pero que es urgente seguirlo haciendo, seguir trabajando por el cumplimiento de los derechos humanos y seguir cultivando la vida para que se fortalezcan y surjan nuevas ideas.

TSF:  ¿Cómo ha afrontado estos meses de cautiverio, ¿cuáles son sus motivaciones para mantener el ánimo y la firmeza en estos momentos tan difíciles?

JG: Hoy, al cumplir 100 días de estar privado de la libertad he tenido que enfrentar muchos temores, especialmente el de no poder ver mi familia, y compartir con mis sobrinos Juan José y Emanuel. También el de no poder expresarme, ni movilizarme tranquilamente.
Ante este encierro que lleva todos los derechos a menos, que los reduce a su mínima expresión, como el derecho a la alimentación, la salud, o la educación y que la vulneración de estos profundiza y exacerba problemas sociales, como la violencia y la corrupción, el más cierto anclaje es la confianza en la organización y la posibilidad de aportar en las transformaciones sociales, tanto dentro de la cárcel como fuera de ella.
La lectura también ha sido mi refugio y fuente de esperanza, como la narración de Arturo Alabe en texto Cadáver insepulto, que cuenta la experiencia aguerrida de una mujer que defiende la dignidad, y la de un periódico que rio, da brazo a torcer en dar a conocer la verdad, ambos describen como en la Colombia del 48 al 53 se configura un cadáver que hasta nuestros días sigue haciendo en las bases de la democracia.

TSF:  ¿Cómo ve el actual movimiento por el que pasa el país y que cree que le espera al movimiento social y sus líderes en Colombia?

JG: Este momento tiene varias características que obedecen a la profundización de un modelo autoritario y antidemocrático, que privilegia los intereses trans-peccionales, y va cerrando las posibilidades de participación a sectores distintos a los que se reparten el poder. Primero, la subida a la presidencia de Iván Duque, quien representa la cara paramilitar terrateniente de la oligarquía Colombiana; Segundo, la negación de personería jurídica a la Colombia Humana que en las urnas deposito más de 8 millones de votos; tercero, la reconsideración de las facultades decisorias en los territorios de las consultas populares; cuarto, la posición cerrada y de incumplimiento de acuerdo con las insurgencias armadas, como lo sucedido con las Farc-Ep y la actual situación de los diálogos con el ELN, lo que pone en evidencia la ausencia de voluntad política de Gobierno en la construcción de Paz; y, quinto, la persecución, judicialización y asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales.

Estos 5 elementos configuran un escenario de agudización de los conflictos en el país, con el aumento de pie de fuerza represivo en los campos y ciudades, y la creciente movilización que continuara debido a la violencia económica, la negación de garantías sociales.
Lo cual indica que es momento que abre importantes posibilidades de configuración de un bloque, popular más fuerte y cohesionado alrededor de banderas profundamente democráticas, como la defensa de las organización y participación política y la de las garantías en derechos sociales, económicas, políticas y culturales. Es claro que solo en la movilización y en la lucha social se pueden ver la unidad, alianzas y convergencias reales para el movimiento popular, por tanto, es importante propiciar escenarios que pongan a caminar la palabra, en la escucha, la reflexión y la acción transformadora.

TSF: ¿Cuál sería el mensaje que le haría llegar a esos compañeros y compañeras, que se encuentran luchando por una vida digna en las diferentes regiones y que son víctimas de la represión del Estado?

JG: A todas las compañeras y compañeros que se levantan todos los días a trabajar para garantizar un sustento a sus familias, a los que luchan incansablemente por defender el rio, la montaña y los animales, a los que no dan un brazo a torcer en la construcción de garantías en derechos, a las que sueñan y trabajan por un mejor presente, a todos ellos, un abrazo cargado de Esperanza porque de sus luchas diarias depende nuestra libertad, de la unidad y la fortaleza con que se sigan tejiendo y juntando, nuestras luchas al interior de la cárcel también tendrán eco y nuestras voces no serán silenciadas.

Finalmente comparto una frase corta Gao Xingjian escritor chino; “La dignidad es la conciencia de la existencia. En ella radica la fuerza de los hombres indecisos. Si la conciencia de la existencia desaparece, la vida adquiere la forma de la muerte”.

Palabras del compañero Hermes Burgos, preso político perseguido por el Gobierno Colombiano








Entiendo lo que me está pasando y no dejaré de ser lo que soy, recuerden, “un perro ovejero siempre sigue cargando lana”. No teman seguir en la lucha del trabajo social. El respeto y estímulo de ustedes hacia mí es la continuación del trabajo tal cual estaba diseñado. Saludos para los sectores de jóvenes, afros, mujeres, campesinos, obreros sindicales, indígenas y demás sectores que se mantienen en la continuidad de la lucha. Saludo al trabajo que se adelanta en Villavo. 

Hoy por hoy la situación que pasa el movimiento social campesino, entre otros procesos, nos lleva a todos los hombres y mujeres comprometidos por las transformaciones y los cambios, a que jalonen otra realidad. No solo debemos resistir, sino seguir dando la batalla de no dejarnos callar o desmoralizar del régimen de terror que históricamente ha buscado ignorarnos no solo física sino moralmente. Es por eso que el régimen ha buscado imponer una guerra integral que tiene varios componentes. Un componente militar, orientado desde las fuerzas de inteligencia ejecutada a nombre de paramilitares. Un componente ideológico desarrollado por medios de comunicación y las iglesias que buscan generar una esperanza en el pueblo y justificar las agresiones del régimen. Un componente político que se encamina a la captación de líderes de los procesos además de ejercer control y generar mayor legitimidad. Un componente económico que busca asegurar más la explotación de los recursos naturales. Un componente jurídico donde en nombre de la ley nos persiguen, nos estigmatizan y nos encarcelan como instrumento de persecución, buscando generar un desequilibrio no solo en el proceso social, sino también que busca aislar a la persona, haciendo una ruptura con la familia y con el entorno. Es por eso que como revolucionarios debemos asumir este otro escenario por duro que sea, como un nuevo escenario de lucha y confrontación, incluso de formación. Estoy seguro y convencido de que ustedes como compañeros no han de ser inferiores a estos retos que se nos presentan en nuestros procesos de cotidianidad y entrega a las comunidades. No es delito cumplir con nuestro deber ante un pueblo que tanto espera quién conduzca una realidad de país, porque junto con él construiremos caminos de libertad, de justicia y de dignidad. 
Por estos motivos y por otros más debemos defender nuestras tierras, el campo y la ciudad. Para que nuestras tierras no sigan siendo portadoras de materia prima para la descomposición social en la ciudad. Si en verdad somos un pueblo organizado, no sigamos permitiendo que nuestras tierras sigan siendo portadores de cultivos de coca, marihuana y amapola entre otros. Estos cultivos no solo llevan a fortalecer el bolsillo de los gobiernos de turno, sino que llevan a los hijos del bajo estrato a una descomposición social por la que terminan en las mazmorras del Estado. Se nos crece el enano porque estamos llamados a fortalecer más el sistema de formación política, ideológica, de derechos humanos, el rescate de las culturas y la dignidad. Que no sea solo aparentar sino también como dice la biblia—“harás todo en mi nombre”. Debido a eso debemos ser más profesionales en todo el uso de la palabra, para que no nos dejen como la chiva que parió tres. Para llegar al modelo de país que todas y todos queremos debemos ser más conspirativos con pensamiento de clase.
Es por eso que a lo sindical le toca grandes tareas, porque sobre ellos hay una gran responsabilidad, sobre ellos hay muchas tareas como las de la salud, educación, las fábricas entre otras. Lo minero energético no es la responsabilidad de dos o tres compañeros sino de todos los que conocemos el proceso social y los que no también les toca a ayudar porque nos toca llegar más al campo, afros e indígenas. A los de lo urbano a colegios, universidades y religiosos. Por eso digo que no me ha pesado el tiempo que le he dedicado a las luchas sociales, aunque el camino es largo y estrecho no es imposible al andar. 
Después de esta introducción política les cuento algo de este pobre labriego. Aquí 
nos cuidan más que el oro, nos cuentan más que la plata y nos arrean como ganado al matadero. Es una experiencia más en mi vida porque el deber o la tarea es como dice el himno del C.N.A.: hasta no vencer no triunfar. El llamado en esta reflexión es consolidar todo el proceso social. Ese cuento de la paz no es para que nos dejemos engañar, eso es un apaciguismo para aquellas personas que no están claras políticamente. 
Aunque me dio alegría saber de la presentación de compañeros ante   la Fiscalía y eso está bien, sin embargo, no hay que confiarse, hay que tener malicia indígena y continuar la campaña “Ser líder social no es delito”. Estamos haciendo un pliego de asistencia, necesitamos nos apoyen en estos puntos. No es fácil pero tampoco imposible. Me encontré con muchos compañeros de clase pero con unas grandes dificultades además de perder la libertad, sin condiciones mínimas para llevar una vida digna. La lucha es larga.  

Tomado de: Trochando Sin Fronteras