viernes, 6 de junio de 2014

Soplan vientos de “Paz” con fuertes brisas de Guerra


Las condiciones actuales nos proponen un panorama bidireccional, entre dos posibilidades etimológicamente opuestas, la Paz y la Guerra, que aparentemente representan los ideales de la sociedad Colombiana. Se parte del supuesto que estas posibilidades resumen los anhelos de trabajo, educación, salud, vivienda, justicia, etc., por lo cual se propone una -sin salida- en la decisión de Paz o de Guerra, la cual debe ser definida no en la satisfacción de lo anteriormente mencionado sino en las urnas.  Lo que significa por un lado la continuidad de un proceso de diálogos con las FARC-EP en la Habana y los atisbos de dialogo con el ELN, o por otro lado la pretensión de derrota militar de estos grupos.

Esta disyuntiva que se le propone a la sociedad colombiana lleva consigo una carga histórica del conflicto armado en Colombia, y pareciera que la decisión de dar continuidad a este conflicto se encontrará hoy en las manos de los Colombianos votantes y de los que aún se abstienen de votar, más es preciso señalar que la responsabilidad de la guerra hoy cursante en nuestro territorio es debido al choque de los intereses de dos facciones oligárquicas, y de unos grupos que se abanderan defender los intereses de la población, y que hoy dichas oligarquías pretenden por medio de una pugna electoral decidir quién se queda con el manejo del Estado Colombiano.

A esto se le debe agregar que quien se enarbola como representante de la Paz no es más que un mercenario de la guerra, como bien lo podemos recordar cuando fue  ministro de Defensa en el segundo mandato presidencial de Álvaro Uribe Vélez, momento en que se desempeño como gestor y cómplice de los falsos positivos, y múltiples hechos de violencia política contra el Movimiento Social. Basta mencionar la implementación de la política de seguridad democrática, que consiste en el crecimiento del paramilitarismo y se expresa también en el gasto militar que  alcanzo los 21.439 millones de dólares entre los años 2002 y 2010[1]. Ahora, este amigo de la paz  en sus anteriores cargos como ministro de Hacienda en el  gobierno de  Andrés Pastrana, y como ministro de Comercio Exterior en el gobierno de Cesar Gaviria se ha caracterizó por servir, como es obvio, a la clase que detenta el poder económico en el país, con la apertura económica y con la disposición del presupuesto nacional como salvavidas para el sector financiero.

Esa pugna que nos han venido mostrando a través de los medios masivos de comunicación solamente es una farsa más de los intereses de la misma clase dominante, puesto que Uribe al Igual que Juan Manuel Santos se han arrodillado a los intereses neoliberales del Capital, ambos han pretendido exterminar todo proceso social que propenda por la democracia, ambos han dado firmes muestras de lealtad al capital privado y con este a los intereses transnacionales de Estados Unidos. Más, solo un punto de diferenciación es posible encontrar y este se halla en el método de dirimir o acabar con el conflicto armado en el país; por un lado Santos implementa la diplomacia en el desarrollo de un mecanismo de dialogo con una parte de la insurgencia manteniendo el conflicto armado como parte de sus políticas de gobierno, mientras que Oscar Ivan Zuluaga propone dar fin a este escenario de dialogo y simplemente dar continuidad a la agudización del conflicto armado iniciado en tiempos de Uribe y mantenido durante el gobierno de Santos.

Si bien se ha avanzado en diálogos con la insurgencia, las exigencias del pueblo representadas en el Movimiento Social siguen siendo silenciadas y menospreciadas, recordemos la jornada de Paro Nacional Agrario, étnico y popular, llevada a cabo hace unos meses, donde fue necesario recurrir a la movilización y al cierre de vías para poder lograr sentarse un momento con el gobierno nacional y expresar la dura situación que enfrentamos hoy indígenas, negros, campesinos, obreros, amas de casa, maestros y estudiantes. Como consecuencia de las medidas neoliberales que han acompañado los últimos gobiernos, y de la ya precaria situación que vivimos en materia de derechos humanos debido a la desaforada fuerza militar y represiva que se ejerce en campos y ciudades. Este ha de ser un punto decisivo en nuestro actuar, pues dentro de esta búsqueda mesiánica de Santos por la paz, no se cede ante las exigencias del pueblo, sino ante las exigencias de las elites económicas y militares del país. Punto de quiebre entre estas dos propuestas que dibujan una misma clase que siente vulnerados sus intereses económicos y políticos.

Vale la pena recordar que no han sido las mayorías quienes han elegido o postulado a Santos y a Zuluaga en esta afrenta electoral, puesto que de la población apta para votar solo el 40% lo hizo, y de estos cerca del 6% voto en blanco. Lo cual indica un abstencionismo que supera el 60%, muy cercano a lo sucedido en 1994 que tuvo un 66,23%, donde el voto en blanco oscilaba entre el 1 % y 1,9 %[2]. Con esto es posible inferir que en los intereses de la población no cuentan estos dos personajes como alternativas de solución a sus problemas, es más, queda en evidencia que este modelo neoliberal de democracia hace ya un buen rato huele a dictadura y la evidencia la encontramos en el relevante abstencionismo, una evidencia más del carácter dictatorial de la renombrada democracia más vieja de Latinoamérica, está en que estos dos sujetos que representan partidos políticos que tienen una procedencia similar, primero el Partido de la “U” de Unidad Nacional, fundado en otrora por Uribe para significar la variada participación que se proponía en contraposición a la ya histórica contienda bipartidista, y ahora el Centro Democrático que se presenta como una nueva alternativa política, pero que contiene los mismos intereses representados por la clase de la que Uribe sigue siendo mentor.

En suma se convierte también en un asunto de conciencia puesto que mientras estos dos se despellejan y sacan sus intimidades políticas a la luz pública, como reflejo de la suciedad en dicha maquinaria política, los dineros públicos siguen siendo repartidos para garantizar el bienestar de estos bandidos con corbata. Ya que como lo mencionaron en debate presidencial, los dineros destinados para la salud han venido siendo desviados a arcas personales. En el tiempo en que Zuluaga se desempeñó como Ministro de Hacienda en el gobierno de Uribe, la corrupción y la manipulación de cifras le acompañó, de lo cual es visible en la actual crisis del sistema de salud pública del país, además que en este tiempo la UIAF-Unidad Encargada de la Inteligencia Financiera fue utilizada para espiar a los magistrados de la Corte Suprema de Justica, razón por la cual Mario Aranguren se encuentra en la Cárcel. Se suma a este hecho, el destape de las agencias de inteligencia financiadas por el mismo Estado para infiltrar y chuzar las comunicaciones de los negociadores de la Habana y también de integrantes del Movimiento Social[3], lo cual ya ha sido una práctica con trayectoria en los métodos de control de las organizaciones de Izquierda y de algunos organismos de justicia, pero que en este momento toca los índices más altos de impunidad y connivencia de estos dos políticos y sus partidos.  Por otro lado, no sobra recordar que los salarios indignos que reciben hoy los trabajadores, la eliminación de las horas extra y la tasa de desempleo en aumento que se maquilla con el subempleo, pesan en las decisiones tomadas por ambos Políticos[4].  

Asunto de conciencia porque como he mencionado de forma somera la corrupción y persecución política, tienen víctimas, como víctimas tiene el conflicto armado que hoy suma alrededor de 6.073.453 víctimas, según el registro oficial de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, elaborado por la Red Nacional de Información[5], que incluye a quienes han sufrido abandono o despojo de tierras, actos terroristas, amenazas, delitos contra la integridad sexual, desaparición forzada, desplazamiento, homicidio, minas antipersonales, pérdida de muebles o inmuebles, secuestro, tortura o vinculación de niños, niñas y adolescentes a grupos armados al margen de la ley. Lo cual significa que más allá de una discusión sobre la paz entendida por Santos y Zuluaga como un cese bilateral al fuego, pasa por comprender la magnitud del problema que se quiere trivializar, es la comprensión de que como pueblo vivimos bajo unas condiciones que hacen indignas nuestras vidas, y que cada vez que se toca el tema de los derechos fundamentales firmados por el Estado y reconocidos en la Constitución Política de Colombia, simplemente se nos señala de estar conspirando contra el Estado o estar a favor de una organización guerrillera.

Por estas razones llamar Organización y a la justa Movilización Social, significa  decir con vehemencia que nuestros sueños no caben en sus urnas, que nuestros deseos de justicia social no están en una pugna electoral, que nuestros deseos de tierra para el que la trabaja no cabe simplemente en lo que hoy nos muestran como únicas alternativas al Conflicto Social y Armado del País.  Y nos queda por recordar que la paz solo es posible cuando los derechos fundamentales de los colombianos, los derechos económicos, políticos, sociales y culturales, en suma los derechos de los pueblos se hayan cumplido, no cuando una u otra guerrilla se siente a hablar de paz con el gobierno. Porque mientras ellos hablan de paz, en los barrios y veredas sigue rampante la desigualdad, la injusticia, el hambre, la miseria, y toma curso con estos la muerte como único método de supervivencia.

Julián Gil
Movimiento Juvenil y Popular QUINUA








[2] http://www.semana.com/nacion/elecciones-2014/articulo/la-abstencion-la-gran-triunfadora/389341-3
[3] http://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/debate-de-caracol-television-entre-juan-manuel-santos-y-scar-ivan-zuluaga/14082755
[4] http://www.eltiempo.com/politica/partidos-politicos/debate-de-caracol-television-entre-juan-manuel-santos-y-scar-ivan-zuluaga/14082755
[5] http://www.unidadvictimas.gov.co/index.php/79-noticias/1824-unidad-para-las-victimas-registra-mas-de-seis-millones-de-personas-afectadas-por-el-conflicto-armado

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